Entrevistas
Buenos Aires, 26 de mayo de 2023: El autodenominado “político por accidente, sobreviviente por necesidad y luchador por vocación”, reflexiona sobre su lucha contra el racismo, los años del bolsonarismo y los desafíos del nuevo gobierno de Lula.
Renato Freitas es diputado estadual, licenciado y máster en Derecho por la Universidad Federal de Paraná. Se hizo conocido internacionalmente después de su participación en una protesta en el interior de una iglesia de la ciudad de Curitiba a raíz del asesinato de Moïse Kabagambe. Por esta situación su puesto como concejal fue revocado en un juicio político, decisión que fue posteriormente suspendida por el Supremo Tribunal Federal.
Por invitación del Núcleo del PT en Argentina, una de las caras del movimiento afro y de la juventud del partido llega a la Casa Patria Grande, donde dialoga con PáginaI12 acerca de la cuestión racial en su país y la persecución politica constante que vive, así como también los desafíos que tiene que enfrentar el presidente Lula Da Silva en su gobierno, tras el intento de golpe de Estado al poco tiempo de asumir.
-¿Cuál es el origen de la persecución política que vivió durante el gobierno de Bolsonaro?
-La ciudad de Curitiba, donde crecí, tiene una tradición conservadora y se autodenomina como la capital europea de Brasil debido a su población mayoritariamente descendiente de europeos. Sin embargo, la población negra, que representa solo el 25%, fue históricamente invisibilizada y excluida de la ciudad. Además, Curitiba fue escenario del integralismo, una expresión fascista en Brasil, con presencia de símbolos nazis y discriminación hacia la población negra. Yo represento el ascenso, la posibilidad de ocupar un espacio de poder para la población negra. Soy un desafío a este orden colonialista y esclavista, lo que generó temor y persecución hacia mí. Lamentablemente, también hubo casos de violencia contra personas negras en Brasil, como los asesinatos de Moise Kabagame y Durval Teófilo. A pesar de nuestras manifestaciones pacíficas, los medios nos difamaron y me persiguieron durante mi mandato como regidor de Curitiba.
-¿Cómo y por qué se involucró en la política?
-Viví en la región metropolitana de Curitiba, una zona violenta cerca de un complejo penitenciario donde estaba mi padre. Mi familia y yo vivíamos en la calle, sin oportunidades ni protección. En la adolescencia fui delincuente. Todos los caminos me llevaban a la cárcel o al cementerio, pero logré ingresar a la universidad. Allí me involucré en política, comenzando en el PT y luego uniéndome al PSOL, donde alguien se me acercó y me pidió que fuera candidato simplemente para completar la lista electoral. Acepté sin expectativas, pero me convertí en el candidato más votado en la historia de mi partido en Paraná.
-¿Por eso en su perfil de Instagram se define como “político por accidente”?
-Si, también me defino como un sobreviviente por necesidad porque hoy, a los 39 años, soy más viejo que mi padre y más viejo que mi hermano mayor. Ambos murieron, pero yo sobreviví. Y soy un luchador por vocación porque desde niño enfrento los desafíos, no me quedo nunca de brazos cruzados.
-Durante el gobierno de Bolsonaro se fomentó la deforestación y la minería ilegal en el Amazonas, que produjo la crisis humanitaria del pueblo indígena yanomami. ¿Se lo puede considerar un genocidio por parte de esa gestión?
-Con toda certeza. Es un genocidio dirigido conscientemente, no solo hacia el pueblo yanomami, sino hacia todos los pueblos originarios de la Amazonia. La derecha brasileña los ve como un obstáculo al progreso, que implica deforestación, cría de ganado y minería sin regulación. Bolsonaro abrió las puertas para que todos los buscadores de oro hicieran lo que quisieran en los territorios de los pueblos indígenas. Ellos fueron la base de acción para este genocidio. Por lo tanto, no fue simplemente una ausencia del Estado o de políticas públicas para preservar la vida de los indígenas. No fue simplemente dejar morir, fue hacer morir con las manos, especialmente de los grandes imperios, que son la base de apoyo del bolsonarismo en la Amazonía.
-¿Cuáles son los desafíos del gobierno de Lula teniendo en cuenta el intento de golpe de Estado al poco tiempo de haber asumido?
-Son muchos. Lula en sus primeros dos gobiernos se enfrentó a la realidad de un país donde muchas personas vivían por debajo de la línea de pobreza y morían de inanición o enfermedades fácilmente tratables, pero para las cuales no había ningún apoyo del Estado. Tuvo éxito en mejorar las condiciones de vida de la población, promoviendo el consumo, pero no logró una inclusión ciudadana efectiva para mostrarles a las personas el impacto de las políticas públicas en sus vidas. El enfoque en el consumo generó una mentalidad basada en el mérito, donde se culpó al gobierno cuando el consumo disminuyó. Esto llevó a un aumento de la despolitización y, finalmente, al cambio hacia un gobierno fascista como el de Bolsonaro. El desafío de la gestión actual es aprender de los errores pasados y construir puentes para el futuro. La economía solidaria y el debate sobre la reforma agraria son soluciones clave en este proceso. Además, es crucial que Lula enfrente el desafío de abordar la política de seguridad pública, que resultó en altas tasas de encarcelamiento durante el bolsonarismo que afectaron especialmente a la comunidad negra. Hay muchas personas inocentes en el sistema penitenciario brasileño, Lula fue uno de ellos. Es necesario implementar políticas de excarcelación y luchar contra la injusticia en ese sistema.
-¿De qué manera piensa que se puede lograr la igualdad racial en Brasil?
-Es necesario, en primer lugar, desnaturalizar la subalternidad negra del imaginario brasileño. Esto se logra, en mi opinión, atacando el racismo estructural y económico, principalmente. El racismo no se trata solo de no aparecer en la televisión o en una publicidad. El racismo es no tener dinero para comer, no tener una casa donde vivir, no tener tierra para cultivar, no tener acceso a la universidad para estudiar. Si tu pueblo no puede ascender a los espacios de poder, ya sea como diputado, dueño de un negocio, profesor universitario o científico, es claro que las nuevas generaciones no se verán representadas, pero no solo por una cuestión de imagen, sino porque no ven los caminos para llegar a esos lugares. No sirve de nada mostrar una telenovela en la que todos los médicos sean negros si los niños de la comunidad no ven ninguna oportunidad real para llegar allí. Creo que la reforma agraria es un punto importante en todo esto, ya que busca corregir la Ley de Tierras de 1850, y también una política de desencarcelamiento para incluir en la sociedad a la fuerza productiva más fuerte de la población negra: a los jóvenes negros y negras.
-¿Qué reflexión hace acerca de la creación del Ministerio de Igualdad Racial?
-Es un logro del pueblo negro brasileño que se alcanzó con sudor, lágrimas y sangre. La tinta que firmó su establecimiento fue la sangre de Marielle Franco, quien fue asesinada por ser mujer, negra y pobre, en un país de patriarcado blanco donde sólo los herederos del poder ocupan esos espacios. Es un logro muy significativo representado por Anielle (su hermana), pero detrás de ella está el movimiento negro de varios Estados que construyeron una agenda de gobierno para el país, que fue respetado y tomado en cuenta por Lula. Pocas cosas cambiaron, pero una cosa es cierta: este recorrido generó muchos logros, que se reflejan en la creciente ocupación negra de los espacios de toma de decisiones, y Marielle Franco es el gran icono de estos, porque se sacrificó en nombre del pueblo negro.
Entrevista: Axel Schwarzfeld | Página12